por Martin Heidegger
"Being and Time (1927)" se adentra en el intrincado tapiz de la existencia humana. Es una lectura desafiante, que indaga en la profunda pregunta: ¿qué significa existir verdaderamente?
Sobre el autor:
Martin Heidegger, filósofo alemán, saltó a la fama con su revolucionaria obra "Existencia y época". Esta obra maestra le valió un puesto distinguido en la Universidad de Friburgo. Sin embargo, su asociación con el Partido Nazi durante su ascenso en la Alemania de los años 30 ensombreció su legado, pintándolo a la vez como una mente brillante y una figura controvertida.
Desentrañar la esencia de la humanidad
Embarcarse en un viaje a través de "Existencia y Época" se asemeja a navegar por un bosque denso y misterioso. Cada paso se afronta con contemplación, y a menudo uno se queda pensando: "¡Vaya caminata!". El camino es arduo, con momentos en los que te sientes atrapado por la espesura del pensamiento complejo, anhelando claridad.
Sin embargo, en medio de este terreno desafiante yace una belleza sin parangón. Heidegger se atrevió a enfrentarse a la pregunta más primigenia: ¿qué significa la existencia? En su búsqueda de respuestas, desafió con audacia milenios de pensamiento occidental.
"Existencia y Época" puede ser un formidable esfuerzo filosófico, pero sus revelaciones son inestimables. Es un tesoro de profunda sabiduría, que desafía las corrientes establecidas del entendimiento humano. Para comprender la trayectoria del pensamiento occidental en los dos últimos siglos, hay que comprometerse con los argumentos fundamentales de Heidegger.
Mientras los estudiantes se afanan durante meses sólo con el prefacio, los eruditos experimentados dedican su vida a sus profundidades. Aquí intentaremos destilar algunas de las ideas centrales de Heidegger, ofreciendo un atisbo de la esencia de nuestro ser.
Repensando la existencia
Para apreciar realmente la naturaleza innovadora de "Existencia y Época", hay que reconocer las convenciones que Heidegger estaba desafiando.
Creía que la filosofía occidental había interpretado erróneamente la esencia de la existencia. René Descartes, el renombrado filósofo, se llevó la peor parte de la crítica de Heidegger. Descartes postulaba una clara división entre el mundo tangible y nuestras percepciones mentales. Mientras que un bolígrafo puede existir físicamente en tu escritorio, su comprensión conceptual reside en tu mente, influyendo en sus usos potenciales.
Descartes cuestionó nuestra percepción del mundo exterior. ¿Cómo sabemos realmente que el bolígrafo existe? A través de las experiencias sensoriales, argumentaba. Sin embargo, era escéptico respecto a estos sentidos. Por ejemplo, nuestros ojos nos engañan sobre la verdadera distancia de las nubes. Sólo mediante el razonamiento cognitivo discernimos la verdadera naturaleza de los objetos, como reconocer la esencia de una bola de cera derretida.
Heidegger discrepó vehementemente.
Sostenía que los seres humanos estamos intrínsecamente entrelazados con el mundo. Estamos perpetuamente "inmersos" en nuestro entorno, evaluando constantemente los objetos por su utilidad. Inicialmente, no reflexionamos sobre la naturaleza abstracta de la cera, sino que la asociamos con sus aplicaciones prácticas, como las velas o el abrillantador de coches.
Heidegger calificó el enfoque contemplativo de Descartes como presente-actual, una perspectiva teórica. Sin embargo, por debajo de esto, creía que principalmente vemos los objetos como listos-para-la-mano, haciendo hincapié en su sentido práctico. Para comprender realmente la existencia humana, debemos observar nuestras interacciones cotidianas, no limitarnos a morar en reinos filosóficos abstractos.
En esencia, para Heidegger, la existencia significa una relación íntima con el mundo, en la que los humanos perciben su entorno a través de su utilidad. Estamos inextricablemente unidos a nuestro entorno.
La búsqueda de la autenticidad
Comprender la perspectiva de Heidegger significa reconocer nuestra profunda conexión con el mundo. No somos meros espectadores; el mundo es parte integrante de nuestra esencia.
Para subrayar esta relación simbiótica, Heidegger acuñó el término Dasein, una fusión de las palabras alemanas "da" (ahí) y "sein" (ser). Significa nuestra inmersión total en el mundo, nuestro compromiso emocional y físico con él.
Los humanos, según Heidegger, poseemos una cualidad existencial única. A diferencia de otras criaturas, podemos introspeccionarnos, cuestionar nuestro propósito y buscar un significado. Esta autoconciencia conlleva cuidado: una profunda preocupación por nuestra existencia.
Sin embargo, esta profunda comprensión también puede conducir a la ansiedad existencial. Los momentos en que la vida se siente desprovista de propósito pueden ser abrumadores.
Sin embargo, Heidegger veía esta ansiedad como una fuerza transformadora. Creía en la dicotomía entre la vida auténtica y la inauténtica. La ansiedad sirve de catalizador, empujándonos hacia la autenticidad.
Para Heidegger, la autenticidad significaba abrazar nuestra existencia, no perderse en las normas sociales ni en la cultura popular. Se refería a las convenciones sociales como das Hombre o el Ellos. Sucumbir a esas normas es inauténtico.
La verdadera autenticidad reside en abrazar las múltiples posibilidades de la vida, desafiar el statu quo y elaborar una narrativa única. Se trata de forjar un camino que resuene con nuestro verdadero yo.
La esencia del tiempo y la mortalidad
Al sumergirnos en las profundidades de la existencia, hemos explorado principalmente la esencia del "ser". Sin embargo, el tapiz de "Ser y Tiempo" sólo está tejido a medias con ese hilo.
Heidegger, en su profunda sabiduría, subrayó que nuestra existencia no sólo está entrelazada con nuestro entorno, sino que también está inseparablemente unida al tiempo. El tiempo, semejante al mundo tangible, constituye el fundamento mismo de nuestra existencia.
Incluso podríamos aventurarnos a decir que nuestra existencia es sinónimo de tiempo, pues es el tiempo el que confiere significado a nuestro ser.
Tradicionalmente, hemos percibido el tiempo como un continuo infinito, reconociendo los legados que nos precedieron y los que nos seguirán. El tiempo, en este sentido, existía incluso antes de que nos planteáramos la pregunta existencial: "¿Qué significa ser?".
Sin embargo, la perspectiva de Heidegger sobre el tiempo era más íntima. Percibir el tiempo como infinito se asemeja a las contemplaciones abstractas de Descartes. Tal perspectiva no resuena con nuestro viaje personal a través del tiempo.
Además, nuestro espectro emocional influye profundamente en nuestras experiencias. Mientras que algunos expertos podrían descartar las emociones como meros adornos de un ser racional, Heidegger creía que nuestros estados emocionales son la quintaesencia de nuestra humanidad. Es a través de las emociones como resonamos verdaderamente con el mundo.
Nuestro viaje a través del tiempo es esencialmente el lapso fugaz entre nuestro primer aliento y el último. La sombra de nuestro inevitable final se cierne sobre nosotros, influyendo en nuestras elecciones y aspiraciones. Heidegger denominó a esta conciencia existencial ser-hacia-la-muerte.
La muerte, en su cruda realidad, subraya nuestra mortalidad, instándonos a abrazar la vida con autenticidad. Nos impulsa a tomar decisiones que resuenen con nuestra esencia única. Para Heidegger, vivir con autenticidad es alimentarse de las posibilidades del futuro, en lugar de quedarse atrapado en el mundano presente. El espectro de la muerte sirve de recordatorio, guiando nuestras elecciones hacia un horizonte futuro.
Sólo cuando nos enfrentamos a la inevitabilidad de la muerte, obtenemos un significado de ella y dejamos que dé forma a la misión de nuestra vida, vivimos realmente con autenticidad.
Conclusiones
La filosofía de Heidegger desafía el pensamiento occidental secular sobre la cuestión por excelencia: ¿cuál es la naturaleza del ser?
En lugar de diseccionar el "ser" en un ámbito etéreo, Heidegger postula que la existencia humana está profundamente arraigada en su entorno. Percibimos nuestro entorno a través de la lente de nuestras aspiraciones y emociones, convirtiéndolas en herramientas para nuestros esfuerzos. Este mundo tangible, impulsado por las emociones, es la esencia de la existencia humana: el Dasein.
A veces, la angustia existencial puede nublar nuestra visión, pero es esencial aceptarla. Esos momentos de introspección revelan el núcleo de nuestro ser, instándonos a labrar un camino distinto y a vivir con autenticidad.
Además, el tiempo no debe verse como una extensión infinita. Su verdadera esencia reside en nuestro viaje desde el nacimiento hasta la muerte. Esta naturaleza transitoria de la existencia, unida a la realidad inminente de la muerte, nos impulsa hacia adelante. Nos llama a imaginar el futuro y a crear vidas rebosantes de propósito y pasión.
Un ejercicio de una semana:
El Diario de Reflexión Tiempo-Mortalidad
Día 1: El inventario del ahora
Empieza por hacer balance de tu vida actual. ¿Cuáles son tus funciones, responsabilidades y relaciones? ¿Cuáles son tus sueños y temores? Escríbelos. Esto te servirá como línea de base, una instantánea de tu vida en este momento.
Día 2: El paisaje emocional
Reflexiona sobre tus estados emocionales durante la semana pasada. ¿Hubo momentos en los que te sentiste realmente vivo? ¿Momentos en los que te sentiste desconectado o ansioso? Anótalos. Intenta identificar los desencadenantes de estos estados emocionales.
Día 3: La cápsula del tiempo
Imagina que estás creando una cápsula del tiempo que se abrirá dentro de 10 años. ¿Qué meterías en ella para representar quién eres hoy? Escribe estos objetos y las razones que hay detrás de cada elección. Esto te ayudará a comprender lo que es verdaderamente importante para ti en este momento.
Día 4: El ejercicio del elogio
Escribe tu propio elogio. Puede sonar morboso, pero este ejercicio es una forma poderosa de enfrentarte a tu propia mortalidad. ¿Por qué quieres que te recuerden? ¿Qué legado quieres dejar?
Día 5: La carta del futuro
Escribe una carta a tu yo futuro, con fecha de dentro de cinco años. Incluye tus esperanzas, temores y preguntas. Guárdala en un sobre y decide una fecha futura para abrirla. Este ejercicio te ayuda a proyectar tus pensamientos y sentimientos en un horizonte futuro.
Día 6: La comprobación de la autenticidad
Reflexiona sobre tus anotaciones de la semana. ¿Notas algún patrón? ¿Hay discrepancias entre cómo vives actualmente y cómo te gustaría que te recordaran o qué pondrías en tu cápsula del tiempo? Haz una lista de pasos procesables para alinear tu presente con tu futuro deseado.
Día 7: El compromiso
Elige una acción de tu lista y comprométete a ponerla en práctica la semana que viene. Escribe qué pasos darás y cómo medirás el éxito. Éste es tu primer paso hacia una vida más auténtica.
Al final de la semana, tómate un tiempo para reflexionar sobre este viaje.
¿Cambió tu perspectiva de la vida al enfrentarte al concepto de tiempo y mortalidad?
¿Cómo te sientes respecto a la acción a la que te has comprometido?
Este ejercicio no es algo puntual; es el comienzo de un proceso de vida auténtica para toda la vida.